viernes, 4 de enero de 2013

El increíble mundillo de los diálogos guionísticos


En la primera semana del año me remiten al correo tres comentarios que versan sobre diálogos. El primero y más explícito dice así:
Inquilino tenía una consulta...
¿Sabes de algún libro que me pueda ayudar a mejorar mis diálogos para guión? Mejor si el libro se lo puede uno descargar. ¿O qué ejercicios realizar para mejorar diálogos?
 Llegó el momento de escribir tantito sobre el tema.
El tema dialoguero es un cuasi cliché en el mundo guionístico. Prácticamente tod*s l*s guionistas en algún momento de sus carreras blogueras escriben sobre ello. También supongo que a much* inquilin*s de l*s que pululan por aquí no les interesará un carajo lo que se podamos aportar ahora nosotros, créanme, les entiendo. Pero por más que hablemos y escribamos sobre el microcosmos dramático de los diálogos, conozco de buena mano que es una materia que a veces se nos resiste, ¡y hasta se nos atraviesa entre pecho y espalda! ¿Por qué? Fácil, porque escribir diálogos no es fácil. O al menos escribirlos buenos.
            Un amigo que está escribiendo su nuevo guión me dijo hace un par de días que se ha inventado, que ha creado varios perfiles del feis para generar polémica en muros de por aquí y por allá y así copiar y meter los diálogos resultantes de esos debates cibernéticos en boca de sus personajes. Para ello sólo necesita una cosa: gran capacidad de SÍNTESIS.
            Otra amiga cercana y joven guionista, acaba de descubrir que meter en un diálogo cinematográfico la onomatopeya jajaja, tan genuina de las redes sociales, tira pa’atrás y ahuyenta hasta’l más mano izquierda de los actores. Entonces decidió poner entre paréntesis una indicación para l*s interpretes antes del diálogo que apuntara: gracioso; de lo que derivó: se hace el gracioso; para llegar al patético: se cree gracioso.
Moraleja: el chiste, la gracia o el drama deben estar implícitos en el diálogo. Indicar que algo es gracioso es en el mejor de los casos -un diálogo realmente gracioso-,  una redundancia. Y en el peor, es pura vanidad y soberbia. ¿El motivo? Le estás indicando no sólo al actor sino también al director cuándo se tiene que reír un personaje, rebajando así su libertad creativa. También puede que sea por pura inseguridad guionística que un guionista escribe onomatopeyas en sus diálogos; entonces tendrás que mirarte al espejo cada mañana y decir: escribo guiones porque yo lo valgo. J
            Otra de nuestras camaradas guionistas de la tierra de la mafia, la corrupción y la violencia policial –Warlencia-, Mar Pastor, a la que esperamos conocer pronto, nos dice que los tres puntos más importantes por los que debe transitar un diálogo son: naturalidad, baja intensidad y filtraje. La baja intensidad es un concepto importante para los actores pues siempre tienden a sobreactuar. No por otra cosa es porque necesitan ser dirigidos. Entonces claro, si les escribes alza la voz, ell*s suelen interpretar gritando. Un guión siempre es mejor por defecto de drama que por exceso de él. Eso es una regla básica aplicable a cualquier diálogo de cualquier género.
Con estar filtrado nuestra guionista se refiere a que el diálogo debe contener un SUBTEXTO, useasé, el significado de lo que se quiere decir está por debajo de lo que se dice, oculto, no explícito. Para dominar este punto, saber manejar la ironía siempre es una excelente ayuda. Pero no es la única herramienta para que nuestros diálogos tengan charm, brillantez, rollo, punch, jiribilla como dicen l*s guionistas mexicanos más pizpiret*s.
            Para un servidor, las características básicas de un buen diálogo son básicamente dos, brevedad y polifonía. Por supuesto que me hay más características que harán que nuestros diálogos suenen y se digan bien: precisión, velocidad, silencios… Misterio. Y por supuesto también que ya en los años 90 Tarantino nos enseña que eso de la brevedad del diálogo es un mero mito inventado por los guionistas de cine para diferenciarse de los dramaturgos teatrales. Aclaremos algo antes de continuar, el Tarantino guionista que fue antes de ser director, perfectamente lo podemos considerar como una excepción a casi cualquier regla guionística, no así narrativa.
            La brevedad y la concisión son conceptos muy claros como para explayarse en ellos: hay que aprender a sacar el jugo a los diálogos que uno escribe como un poeta que destila sus versos, avanzando gota a gota en el relato dramático.
¿Y qué es eso de la polifonía? Es simple y llanamente música: cada personaje tiene su voz, su forma de hablar, su ritmo… Si no tienes bien definidos tus personajes y si no los sabes definir bien mientras escribes improvisadamente, es recomendable que pares un rato y hagas un ejercicio de imaginación-visualización, y los escuches. De lo contrario todo sonará igual, probablemente sonará a ti.
             En esto de las reglas y las normas para escribir diálogos sucede como con las leyes de estos gobiernos ladrones que campan a sus anchas a un lado y al otro del Atlántico: se basan más en prohibiciones que en derechos… El NO impera. Los buenos diálogos no deben ser informativos, ni repetitivos, ni explícitos, ni rimbombantes, ni… La palabra es aire, es sonido, es oído: se debe potenciar esa parte del cuerpo. Seguro es otro súper cliché, pero no por ello menos cierto: a dialogar se aprende escuchando.
            ¿Otro modo de aprender a escribir buenos diálogos? Podría recomendar algunos libros que no están traducidos al aspañol, así como también citar algunos blogs que tampoco están traducidos a la lengua adoptiva de Malintzin… Pero me temo que leer sobre diálogos no servirá porque su verdadero arte, lo quieran o no, proviene del teatro. Y hay que saber que el teatro es el arte del actor. ¿Entonces?
            Entonces recomiendo tomar unas clases de actuación-interpretación con un buen profesor, aprender a improvisar hablando y con suerte llegar a sentir dentro de tu carne todo el mundo de sutilezas que posee el buen diálogo. Eso para empezar. Luego recomendaría leer teatro y entender qué carajos es el subtexto. Para ello lo mejor es ponérselo difícil y leer a los clásicos del Siglo de oro aspañol y a Shakespeare. Y por último, es de cajón escribir diálogos escuchando con atención cómo habla la gente más que el “qué” dice, que también... Según mi proceder ésa es una de las claves. Igual que otra de las claves es que te gusten los diálogos, por supuesto. Si no gozas con la conversación entre amigos y familia, apaga y vámonos con la música a otra parte.
            Una de mis primeras escrituras “profesionales” (por no decir la primera) fue en el mundillo fanzinero de los años 90. En concreto en un fanzine que llevaba por nombre Kastelló y cuya tirada era de mil ejemplares mensuales. Pues bien, yo escribía relatos, poemas, lo que se me ocurriera porque estaba apenas empezando y los comienzos siempre son de experimentación. Un día traté de escribir diálogos sin saber muy bien por qué. Sí, al estilo de los diálogos de Platón o Aristóteles pero con un punto surrealista y grunge noventero, y me gustó la experiencia. Humildemente he de admitir que al nivel provinciano en el que me manejaba, mi sección de diálogos fue un éxito. A l*s lectores les encantó. Creo que esos fueron mis primeros pinitos guionísticos, escribir diálogos sin muchos pies ni cabezas, tenía yo 14 años…
Respecto a los ejercicios que puedes hacer, que puedes escribir… Además del clásico leer en voz alta tus diálogos… Pues… Qué decir más que los diálogos ¡hasta se pueden encontrar! Son el oído y la voz del lector o interprete los que le dan la importancia que tienen o dejan de tener. Aquí en el blog a veces publicamos cosas que nos encontramos por ahí y que bien pudieran interesar al guionista sutil y contemplativo. Algunos ejemplos:
Diálogo encontrado 3 
Diálogo encontrado 2 
Diálogo encontrado 1 
            Espero haber hecho un resumen agradable de leer sobre algo tan importante y difícil como lo es el buen arte de dialogar; mis respetos para l*s guionistas que nacen con ese don.
            Y nos despedimos con un mensaje que nos llega de última hora enviado por nuestra pronta colaboradora (ojalá) Mar Pastor:
¡Inquilino! 
De pronto me vino otra cosa fundamental en los diálogos. Tienen que reflejar la forma de hablar de cada personaje (su nivel cultural, intelectual y procedencia), que no parezca que habla siempre la misma persona...
            Lo que yo decía, la polifonía… ;)
           
Reacciones frescas, sin pensarlas mucho, como en los mejores diálogos. 

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