domingo, 29 de julio de 2012

El guionista dirige

¿Qué tienen en común Guillermo Arriaga, Paula Markovitch, Charlie Kauffman, Alexander Payne…Billy Wilder y tantos otros? Que antes de lanzarse a dirigir un solo plano fueron afamados guionistas. ¿Son pues guionistas que dirigen? ¿O directores que escribieron para otros? ¿Dirigir es un trabajo con más capas, más sensorial que escribir?

Una amiga guionista que ahora empieza su primera peli como realizadora me escribe:
"Rodar es muy placentero. Junto a mí hay todo un equipo que sabe más que yo y que no hace más que ayudarme (y a veces confundirme). Es una gratificación inmediata, y visto desde el punto de vista de una guionista, fácil. El trabajo más importante (escribir) ya está hecho."
Y añade:
“Hoy como directora siento que estoy en un banquete a punto de comerme un faisán, pero sé que mañana cuando vuelva a ser guionista lo que me comeré serán las plumas.”
La primera GRAN DIFERENCIA entre escribir y dirigir es el número de personas con las que uno debe trabajar. Si para lo primero la soledad es fundamental: uno trabaja consigo mismo y punto, no hace falta “matar” a nadie más que a los fantasmas personales, para lo segundo el aislamiento creativo es literalmente un imposible, ni a quimera llega. A la hora de realizar una película la colectividad, la masa, el grupo es la mejor arma, en el paso previo que de algún modo dicen que es la escritura (yo considero al guión literatura dramática per sé), el gang bang artístico es un caos, es ordenar la vida con la mente de un esquizofrénico. Escribir es profetizar y dirigir, chamanismo.
Sin embargo, algo que tienen en común estas dos acciones complementarias y nunca contrarias, es el hecho de que así como para dirigir necesitas alguien a quien dirigir, a quien mostrar la ruta hacia la obra acabada, también para escribir necesitas alguien a quien escribir. Y no hablo de cartas…
Un escritor, de algún modo dirige al público al que le da la comidilla, el chisme, la historia, las emociones puestas en la boca y la piel de los actores. Y un director dirige simple y llanamente a su equipo, que no es moco de pavo ni cosa fácil. Y como chiste ad hoc decir que ninguno de los dos, ni escritor ni director, dirige a la crítica, a ésa se la compra o se la ignora. :-D
Pero entre uno y otro, entre escritor y director existe un mundo de diferencias irreconciliables: se sufre distinto y por causas diferentes, las vanidades son opuestas y las satisfacciones tanto económicas como artísticas, por lo general, totalmente desiguales.  Ahí sí brota en su totalidad este mundo hegeliano del esclavizador y el esclavo.
Las pocas veces que he dirigido me acusaron de ser sólo un guionista que dirige por ceñirme al guión que había escrito...” 
...Me comenta JSG al platicarme de sus malas experiencias como realizador, entre ellas el hecho de dormir poco, discutir mucho con su agrio productor, o tener que hacer caso a gente menos talentosa que él pero con el poder de sentenciar o aprobar, o sea, de juzgar.
Todos los guionistas decimos que dirigir no entraba en nuestros planes, cosa muy cierta, sobre todo porque somos enemigos del estrés y poseemos además un miedo supino a tomar decisiones. Casi todos pensamos que somos incapaces de ponernos detrás de las cámaras (excepto los que van de soberbios artistas y ensayistas de la imagen), pero lo que a veces ignoramos todos los guionistas, es que a la incapacidad le sobra el “in” para llegar a ser capacidad, para llegar a ser un me “interesa”, me interesa ser capaz. Y cuando lo ves así de sencillo ya no hay vuelta atrás; es entonces el guionista con su sangre dictadora y perceptiva quien comienza si no a dar órdenes, sí a poner a trabajar las cabezas pensantes de su equipo en una narración común.
Quizás, la motivación por la que un guionista empieza a dirigir es haberse dado cuenta una y mil veces hasta la exasperación, de que el trabajo del guionista termina cuando empieza el de los demás, es por eso que al guionista se le olvida con facilidad. Si no te importa que hagan con tu trabajo de escritorio borrón y cuenta nueva, es que eres un “auténtico guionista”, pero si sí te importa, es que la semilla, el embrión de la dirección está en ti...Y ya verás tú cómo le haces.
Cuando asumes que vas a dirigir algo (sea un texto tuyo o no) uno de los conflictos que surgen y que hay que superar es responder a la pregunta, ¿cómo tomar riesgos y ser fiel al guión?
Partamos de la siguiente afirmación: filmar es lo mismo que escribir. Si a escribir se aprende escribiendo, a filmar se aprende filmando. Básicamente a narrar se aprende narrando. Así que ese conflicto de los riesgos y de “ser fiel” o no al guión, acaba siendo un poco tonto, ya que riesgos hay en todas partes y en todos los procesos creativos, en resumen, los riesgos son el alimento de nuestro trabajo, sin ellos no hay nada. Sólo un gélido aburrimiento que se extiende por el cuerpo.
Pero, ¿qué aprende el guionista cuando dirige? Aprende a escuchar a los demás, aprende a imponerse cuando toca, aprende qué partes del proceso de filmación le gustan más o se le dan mejor: el trabajo con actores, con el fotógrafo, con el músico… Y por encima de todo, aprende y reaprende LENGUAJE CINEMATOGRÁFICO. A plasmar imágenes, no sólo a escribirlas… Y llegado el caso, se responde a una cruda pregunta, ¿merece tanto la pena mi guión como para realizar el gran esfuerzo que supone levantar una película?
Cien directores tienen 100 maneras distintas de realizar un filme, cosa que hasta el momento no parece tan clara entre los guionistas. Sería bueno que 100 guionistas tuvieran cien maneras diferentes de escribir un guión, pero no es así, ya que el “estilo impersonal” que se aplica a la hora de escribir un guión nos iguala a todos los que realizamos esa labor; lo que nos diferencia no es el cómo, sino el qué, nuestra imaginación, nuestra originalidad en la historia que elegimos narrar. Cosa que sucede bastante menos entre los realizadores, puesto que ellos lo que normalmente buscan es una planificación funcional y clásica que sólo, o prácticamente sólo, ayude a convertir las palabras en imágenes, o sea, ayude pura y llanamente a contar la historia.
Podríamos concurrir en la siguiente afirmación: los guionistas son la imaginación y los directores la acción. Sólo los que gustamos o no de la inmovilidad diaria, podríamos oponernos o no, a ser las dos cosas a la vez. Imaginación y acción. La reacción le corresponde al público, que aunque lo duden, siempre es sabio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, me encanta tu blog, pero pienso que ser el guionista y al mismo tiempo el director de una pelicula puede ser un poco más fácil, ya que como es tu guión, tu sabes como quieres que se vea la pelicula, que elementos quieres y crees que se verian mejor, tienes una mejor idea de lo que vas a ver.

El inquilino dijo...

Gracias anónimo por seguirnos. El verdadero problema es que dirigir requiere de un arduo trabajo que muchas veces un autor no está dispuesto a asumir. Muchos de nosotros los guionistas nos contentamos con ser los primeros que "vemos" la película, por su puesto que en nuestra imaginación.

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