jueves, 26 de abril de 2012

Guionista vs director

Cualquier director se quiere apropiar de las ideas del guionista que tiene buenas ideas. Detrás de la relación laboral entre un director y un guionista azota el conflicto de la competitividad. La frivolidad realizadora se vuelve canalla cuando es ridiculizada por la cultura del escritor. Si el guionista y el director no se acaban matando, es por la cobardía de uno de los dos o por la diplomacia del productor que intercede entre ellos. El camello bíblico y el agujero por el que éste debe pasar, así son un guionista y un director trabajando juntos.

Le dijo una vez un guionista a su productor en referencia al director que quería que echaran de la serie televisiva donde trabajaba:
“…él es empleado, yo soy el autor”.
Y el mismo guionista gritó al tercer director contratado alrededor del episodio seis.  
Mi dignidad es autoral, el talento literario que le llaman en la tele. Y la tuya, director, es cuanto mucho colocar una pinche cámara.”
            No hace falta decir que en el inquilino no demeritamos el trabajo del director sino todo lo contrario: mostramos la labor del guionista para que el director no nos demerite a nosotros. Y encasillando al gremio hasta sus últimas tramas, observamos que hay básicamente cuatro tipos de guionista en clara relación con el oficio de dirigir películas:

  1. El guionista-director-autor, sumo pontífice de su película,  manipulador con permiso que controla más o menos todos los juguetes necesarios para filmar, editar y hasta distribuir su historia. (Por festivales sobre todo).
  2. El guionista-productor ejecutivo: la palabra y el dinero juntos. Autor pero también siervo de la gleba de su propia obra. Esclavo de su propio éxito si se da; ahora en la tele gringa también llamado showrunner.
  3. La pareja de guionistas, pareja artística envidia del director, como humoristas y músicos. Tienen marca y estilo que vender. Vienen de disciplinas como el teatro o la poesía. Son un par de malabaristas del guión.
  4. El guionista proletario, si no totalmente solitario porque a veces forma parte de grupos creativos, sí todoterreno, puta y mercenario. Hace esto por dinero, y aunque su aspecto llame la atención, suele ser gris.
Todos los guionistas exigimos un reconocimiento que a modo de ver de muchos directores, no merecemos tanto: aplicar a los carteles promocionales de una película el estilo informativo de las portadas de cómic, a saber: claramente y en mayúsculas en el lado izquierdo superior en cualquier cómic consta el nombre del GUIONISTA, y en el lado correspondiente, el derecho superior, el del DIBUJANTE.
También queremos hacer constar en la ristra de créditos del celuloide, que se trata de una película escrita por Tal y dirigida por Cual. (¿Quién tiene más ego, tú o yo, cabrón?) Es de ley exigir que siempre-siempre, en las notas de prensa se nos cite. Y por buena onda aceptaremos que se nos condene cuando la película sea un fiasco: entre los guionistas también los habemos emos y masoquistas :P
No debería sorprender afirmar que casi todas las relaciones laborales que he tenido con directores han acabado en tragedia de medio pelo o en el mejor de los casos, en melodrama vodevilesco. Pero ya me pasaba eso cuando era actor así que debe ser este carácter mal revelao que tengo.
A veces fui yo el que la cagó, sólo una vez, y me arrepiento por ello: me quise apropiar del trabajo guionístico de un director. El hecho fue que un director me dio el primer tratamiento de su guión para que le agregara algunas puntadas y sin embargo yo empecé a soñar y a divagar, y a agregar escenas, diálogos, personajes nuevos, vamos, que cuando iba a mitad de guión el director se enteró de lo que estaba haciendo y al ver que nada tenía que ver con su guión lo que yo escribía y agregaba, me quitó el trabajo de las manos, dejó de pagarme lo que me debía y me mandó a la verga. Jamás lo volví a ver. :S
Desde el otro lado, el lado de los directores, en mi defensa diré que yo he sido ridiculizado, usado, robado; por supuesto también plagiado. Y no sólo yo sino casi todos mis compañeros y compañeras de profesión. Parece casi una cuota que hemos de pagar: de cada 10 proyectos que desarrollamos, no se filman cinco, tres nos los roban y/o plagian, y los dos que quedan, quién sabe si se produzcan algún día.
El otro día en feisbuk poníamos innumerables casos de plagio de películas muy conocidas. Aquí.
Y también por feis el otro día, afloró un tema que viene muy ad hoc a la relación gatuna-perrona entre guionista y director. ¿Cuántas veces uno no se ha sentido como puta maltratada? Cuando el que paga piensa que puede acallar con billetes nuestras bocas quejumbrosas se genera la peor parte de la prostitución: aceptar la lana sin que te guste lo más mínimo el cliente, qué asco. Aquí.
A lo que hay que aspirar es a hacer con buenos guiones, grandes películas: se debería grabar a fuego en el cogote de los que se ponen la gorrilla de director. De igual modo, dejemos todos de usar al guionista sólo para escribir el guión; el guionista es un creativo al lado de director y/o productor hasta el día del estreno y la publicación en el IMDB.  
Cuestión de poder: el guionista propone y el director dispone. Acabemos con la mitomanía de que el éxito (y el fracaso) sólo lo provee el director. Formar un equipo equilibrado y placentero para ambos es importante, pero no olvidemos que el gato (en sentido aspañol y mexicano del término) siempre será el guionista. Lo mismo pasa con el perro, el machaca, siempre lo será el director.
Y el ego del guionista déjenselo a él, pues él sabe que la profesión es tan mala que no está para egos. Regla de oro: al guionista como mínimo hay que decirle y hacerle partícipe de cualquier decisión sobre el guión. Y los cambios se pagan, cosa jodida, pero hay al menos que dejarlo caer: ¿cobraré por estos últimos cambios del guión que ya di por finiquitado hace un año?
A veces el director y el guionista sufren el desencuentro no por ellos, sino por la burda culpa del productor ejecutivo que los presentó mal, los crió y mimó mal, y los alienta del peor modo, enfrentándolos.
La intolerancia de un guionista frente al director, es proporcional al pegajoso amor que siente el director por su fotógrafo. Y no son celos.
Según decía Azcona: "Las películas son de los directores. Para mí, eso está tan claro que no entiendo el afán de algunos de ellos en demostrarlo".
Y acabamos con un mensaje libertario: ¡Si nadie decide sobre el director, que nadie decida sobre el guionista!
Caray, cada día tengo más ganas de ser un asqueroso capitalista productorJ -.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué gran post, gracias inqui!!!

Licencia Creative Commons
el inquilino guionista se encuentra bajo una LicenciaCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.